Resistencia a la insulina

La resistencia a la insulina es una condición en la que las células del cuerpo —principalmente las del músculo, el hígado y el tejido adiposo— no responden adecuadamente a la insulina, una hormona producida por el páncreas que permite que la glucosa en sangre entre en las células para ser utilizada

José L. Navarro

10/20/20257 min read

Insulina

La insulina es una hormona producida por las células beta del páncreas (en los islotes de Langerhans). Su función principal es regular la cantidad de glucosa (azúcar) en la sangre, pero también participa en el metabolismo de las grasas y las proteínas.

Principales funciones de la insulina

Regulación de la glucosa en sangre por la insulina

Facilita la entrada de glucosa a las células (especialmente en músculos y tejido adiposo).

Estimula la formación de glucógeno en el hígado y en los músculos (glucogénesis).

Inhibe la producción de glucosa en el hígado (gluconeogénesis).

Esto ayuda a bajar la glucemia después de comer.

Estimulación del almacenamiento de energía por la insulina

Favorece la conversión de glucosa en grasa cuando hay un exceso de azúcar en la sangre.

Estimula la síntesis de triglicéridos y almacenamiento de lípidos en el tejido adiposo.

Inhibe la lipólisis (degradación de grasas), evitando que se liberen ácidos grasos a la sangre.

Participación de la insulina en el metabolismo de proteínas

Estimula la entrada de aminoácidos en las células.

Favorece la síntesis de proteínas y disminuye su degradación.

Esto contribuye al crecimiento y mantenimiento de los tejidos.

Efectos anabólicos generales de la insulina

Promueve procesos constructivos y de almacenamiento.

Favorece el crecimiento celular y la reparación de tejidos.

Contrarresta la acción de hormonas catabólicas (como el glucagón, adrenalina o cortisol).

Resistencia a la insulina

La resistencia a la insulina es una condición en la que las células del cuerpo no responden adecuadamente a la insulina, una hormona producida por el páncreas que permite que la glucosa en sangre entre en las células para ser utilizada como energía. Según el tipo de céculas se distinguen dos tipos de resistencia a la insulina:

  • La resistencia periférica a la insulina es una condición en la que las células del cuerpo (principalmente en los músculos, grasa e hígado) no responden adecuadamente a la insulina, lo que dificulta que la glucosa entre en ellas.

  • La resistencia a la insulina central se refiere a una condición metabólica en la que las células del cuerpo, especialmente del cerebro, no responden bien a la insulina, dificultando la absorción de glucosa de la sangre.

La resistencia a la insulina ocasiona un aumento en la producción de insulina por el páncreas (hiperinsulinismo compensatorio) para mantener los niveles normales de glucosa en sangre.

Ahora bien, si la resistencia a la insulina perdura en el tiempo, las células beta pancreáticas no son capaces de incrementar la producción de insulina. El resultado final es la acumulación de la glucosa en sangre, lo que puede conducir a prediabetes y posteriormente a diabetes tipo 2.

Causas de la resistencia a la insulina

Las principales causas y factores asociados a la resistencia a la insulina incluyen:

  • Factores genéticos y hereditarios.

  • Exceso de grasa corporal, especialmente abdominal.

  • Estilo de vida sedentario.

  • Dieta poco saludable.

  • Estrés crónico y alteraciones hormonales.

  • Trastornos del sueño.

  • Inflamación crónica de bajo grado.

  • Medicamentos o condiciones médicas.


Factores genéticos y hereditarios

Factores genéticos y hereditarios, como por ejemplo:

  • Antecedentes familiares de diabetes tipo 2.

  • Variantes genéticas que afectan la señalización de la insulina.

  • Mayor prevalencia en ciertos grupos étnicos (por ejemplo, latinoamericanos, afrodescendientes, indígenas).


Exceso de grasa corporal, especialmente abdominal

La obesidad visceral (grasa alrededor de órganos internos) libera ácidos grasos libres, citocinas inflamatorias y hormonas que interfieren con la acción de la insulina.

La acumulación de grasa en el hígado y músculos también reduce la sensibilidad a la insulina.

Estilo de vida sedentario

La falta de actividad física disminuye la captación de glucosa por los músculos.

La contracción muscular estimula mecanismos independientes de la insulina para usar glucosa; al no ejercitarse, se pierde este efecto beneficioso.

Dieta poco saludable

Dieta poco saludable, como por ejemplo:

  • Consumo excesivo de azúcares simples y alimentos ultraprocesados.

  • Alta ingesta de grasas saturadas y trans.

  • Dietas pobres en fibra y micronutrientes.

Estos hábitos promueven aumento de peso, inflamación crónica y alteraciones metabólicas.

Estrés crónico y alteraciones hormonales

El cortisol elevado de manera prolongada promueve la gluconeogénesis (producción de glucosa en el hígado) y antagoniza la acción de la insulina.

Otras hormonas (como la hormona del crecimiento o catecolaminas) también pueden contribuir

Trastornos del sueño

Dormir poco o mal altera el metabolismo de la glucosa y aumenta la resistencia a la insulina.

La apnea del sueño es un factor de riesgo importante.


Inflamación crónica de bajo grado

El tejido adiposo disfuncional libera citoquinas proinflamatorias (TNF-α, IL-6) que interfieren con los receptores de insulina.


Medicamentos o condiciones médicas

Algunos fármacos (como corticoides, anticonceptivos hormonales o ciertos antipsicóticos) pueden reducir la sensibilidad a la insulina.

Síndrome de ovario poliquístico (SOP), hígado graso no alcohólico, hipertensión y dislipidemias están estrechamente relacionados.

En resumen, la resistencia a la insulina surge por una combinación de factores genéticos, estilo de vida, inflamación y desregulación hormonal. A menudo es reversible o mejorable con cambios en la alimentación, actividad física regular, control del estrés y tratamiento médico cuando es necesario.

Diagnóstico de la resistencia a la insulina

El diagnóstico de la resistencia a la insulina no se basa en un solo examen, sino en la evaluación clínica y pruebas de laboratorio que permiten estimar cómo está respondiendo el organismo a la insulina.

Evaluación clínica y factores de riesgo

Antes de hacer estudios de laboratorio, el médico identifica si la persona presenta signos o condiciones asociadas:

  • Sobrepeso u obesidad (especialmente obesidad abdominal)

  • Hipertensión arterial

  • Dislipidemia (triglicéridos altos y colesterol HDL bajo)

  • Síndrome de ovario poliquístico (en mujeres)

  • Antecedentes familiares de diabetes tipo 2

  • Acantosis nigricans (manchas oscuras en cuello, axilas u otras zonas de pliegue)

  • Sedentarismo


Si hay varios de estos factores, se sospecha resistencia a la insulina.

Pruebas de laboratorio

En la práctica clínica, el diagnóstico de resistencia a la insulina suele apoyarse principalmente en la determinación de:

  • Insulina en ayunas.

  • Glucosa en ayunas.

  • Cálculo de HOMA-IR.

  • OGTT si hay dudas diagnósticas.


La insulina en ayunas mide la concentración de insulina plasmática en ayunas.

Valores orientativos:

  • Normal: <10 µU/mL (puede variar según el laboratorio).

  • Elevada: >12–15 µU/mL sugiere resistencia a la insulina.

Limitaciones: debe interpretarse junto con otros parámetros (como glucosa en ayunas).

La glucosa en ayunas mide la concentración de glucosa después de un ayuno de 8 a 12 horas.

Valores orientativos:

  • Normal: <100 mg/dL

  • Alterada: 100–125 mg/dL (glucemia basal alterada).

  • ≥126 mg/dL sugiere diabetes.

Combinada con insulina en ayunas, permite calcular índices indirectos de resistencia a la insulina.


El índice HOMA-IR (Homeostasis Model Assessment of Insulin Resistance)

Cálculo: HOMA-IR = (Insulina en ayunas (µU/mL) × Glucosa en ayunas (mg/dL))/405

Valores orientativos:

  • <2: sensibilidad normal a la insulina.

  • 2–2.9: resistencia leve.

  • ≥3: resistencia significativa (puede variar por población y laboratorio).



El Test de tolerancia oral a la glucosa (OGTT) con insulina que mide glucosa e insulina en ayunas y después de administrar 75 g de glucosa oral (en adultos), generalmente a los 30, 60, 90 y 120 minutos.

Detecta resistencia a la insulina temprana incluso antes de que aparezca hiperglucemia en ayunas.

Patrón típico en RI: picos altos y prolongados de insulina, con glucosa normal o alterada.


La hemoglobina glicosilada (HbA1c) que mide el promedio de glucosa en sangre en los últimos 2–3 meses.

Valores orientativos:

  • Normal: <5.7 %

  • Prediabetes: 5.7–6.4 %

  • Diabetes: ≥6.5 %


La hemoglobina glicosilada (HbA1c) no diagnostica directamente la resistencia a la insulina, pero ayuda a evaluar su repercusión metabólica.


El índice QUICKI (Quantitative Insulin Sensitivity Check Index).

El índice QUICKI (Quantitative Insulin Sensitivity Check Index) es un método para evaluar la sensibilidad a la insulina a partir de la glucosa e insulina en ayunas.

Cálculo: QUICKI = 1 / (log⁡(Insulina en ayunas) + log (Glucosa en ayunas))

Valores orientativos:

  • Normal: >0.33

  • RI: <0.33

Es menos usado en la práctica clínica general, pero útil en investigación.


Clamp euglucémico hiperinsulinémico (Gold standard).

Durante el test se realiza una infusión controlada de insulina y glucosa para medir directamente la sensibilidad a la insulina.

Ventajas: alta precisión.

Desventajas: costoso, invasivo y poco usado fuera de estudios especializados.

Consecuencias y riesgos asociados de la resistencia a la insulina


El desarrollo de la resistencia a la insulina conlleva los siguientes riesgos:

  • Desarrollo de prediabetes y diabetes tipo 2.

  • Aumento del riesgo cardiovascular.

  • Síndrome metabólico.

  • Hígado graso no alcohólico (NAFLD).

  • Alteraciones neurológicas y cognición.

  • Problemas hormonales y reproductivos.

Desarrollo de prediabetes y diabetes tipo 2

Al principio, el páncreas compensa produciendo más insulina. Con el tiempo, ya no puede mantener ese esfuerzo y la glucosa en sangre se eleva. Esto lleva a prediabetes y, si progresa, a diabetes tipo 2, que es una de las complicaciones más frecuentes.


Aumento del riesgo cardiovascular

La resistencia a la insulina está estrechamente relacionada con:

  • Hipertensión arterial.

  • Niveles elevados de triglicéridos y colesterol LDL (“malo”).

  • Disminución del colesterol HDL (“bueno”).

  • Inflamación crónica de bajo grado.

Estos factores aumentan notablemente el riesgo de infarto de miocardio, accidente cerebrovascular y ateroesclerosis.

Síndrome metabólico

La resistencia a la insulina es uno de los pilares del síndrome metabólico, que incluye:

  • Obesidad abdominal (grasa central).

  • Hipertensión.

  • Alteraciones en lípidos.

  • Intolerancia a la glucosa.

Este síndrome incrementa de forma significativa la probabilidad de desarrollar diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.

Hígado graso no alcohólico (NAFLD)

El exceso de insulina y glucosa favorece la acumulación de grasa en el hígado. Esto puede progresar a esteatohepatitis no alcohólica e incluso a cirrosis en casos avanzados.

Alteraciones neurológicas y cognición

Estudios han mostrado asociación con mayor riesgo de deterioro cognitivo y demencia, incluida la enfermedad de Alzheimer, que algunos investigadores llaman “diabetes tipo 3” en contextos específicos.

También puede contribuir a trastornos del estado de ánimo como la depresión.

Problemas hormonales y reproductivos

En mujeres, puede contribuir al síndrome de ovario poliquístico (SOP), con alteraciones menstruales, infertilidad y exceso de andrógenos.

En hombres, se asocia con disminución de testosterona y disfunción eréctil.

Inflamación crónica y envejecimiento acelerado

La resistencia a la insulina genera un estado inflamatorio persistente que daña vasos sanguíneos, tejidos y órganos, lo que puede acelerar procesos degenerativos y envejecimiento biológico.

Tratamiento de la resistencia a la insulina

El tratamiento de la resistencia a la insulina se basa principalmente en modificar el estilo de vida (dieta + ejercicio + control de peso). En casos donde esto no es suficiente o existe alto riesgo, se añaden medicamentos como metformina.

Alimentación saludable:

  • Dieta equilibrada con alto contenido en vegetales, frutas, legumbres, proteínas magras y grasas saludables.

  • Reducir azúcares simples, harinas refinadas y alimentos ultraprocesados.

  • Preferir carbohidratos complejos (integrales) y con bajo índice glucémico.


Actividad física regular:

  • Ejercicio aeróbico (caminar, nadar, correr, bicicleta) al menos 150 minutos semanales.

  • Ejercicios de fuerza (musculación o resistencia) 2-3 veces por semana.

  • El ejercicio mejora la sensibilidad a la insulina de forma directa.


Control de peso:

  • Perder tan solo 5–10 % del peso corporal puede mejorar notablemente la sensibilidad a la insulina.


Sueño adecuado y manejo del estrés:

  • Dormir 7–9 horas por noche.

  • Estrategias de manejo del estrés (respiración, meditación, terapia, etc.).